Negociar en dependencia no es estratégicamente correcto. Y esto, lo sabe la administración Trump. México no tiene muchos recursos para reciprocar astringencia con Estados Unidos
En el inicio de este año, es innegable que México enfrenta desafíos significativos en materia económica, política y comercial. Nuestro país debe actuar con claridad, pragmatismo y estrategia para garantizar su crecimiento y estabilidad en el escenario global.
Uno de los ejemplos más recientes de decisiones cuestionables ha sido el manejo del maíz transgénico y el glifosato. Lo que inició como un eslogan de alto impacto mediático resultó ser, en términos prácticos, una medida estéril y contraproducente. La falta de evidencia científica sobre sus efectos nocivos para la salud humana demostró que esta prohibición no tenía un fundamento sólido. El decreto finalmente fue enmendado, pero no sin antes haber costado tiempo, recursos y credibilidad a México en el ámbito internacional.
Ahora, el país debe enfocarse en desafíos aún más urgentes. La posible reelección de Donald Trump en Estados Unidos plantea un escenario en el que México podría enfrentar aranceles punitivos si no toma acciones decisivas en el control del tráfico de drogas y la migración ilegal. Es fundamental entender que la administración Trump no está cuestionando el tratado comercial ni planteando ajustes a la relación económica bilateral, sino exigiendo medidas concretas en estos dos temas específicos.
México debe evitar caer en debates ideológicos y atender estos asuntos con la seriedad que ameritan. No se trata de convencer a nadie del valor de nuestro país para la economía estadounidense; eso ya está claro. Se trata de actuar con determinación en áreas que, de cualquier manera, deberían ser prioridad del gobierno. La seguridad y la migración deben ser gestionadas con responsabilidad, y no pueden seguir siendo tratadas con discursos evasivos o estrategias ineficaces.
Aunado a estos desafíos, México enfrenta una crisis en la producción de maíz debido a la sequía, lo que nos convierte en el mayor importador de este grano a nivel mundial. La dependencia en las importaciones pone en riesgo la seguridad alimentaria y económica del país. Es momento de desarrollar estrategias de producción más eficientes y sustentables, en lugar de aferrarnos a discursos que, aunque bien intencionados, no ofrecen soluciones viables a corto y mediano plazo.
Finalmente, es esencial reconocer que México no puede negociar desde la dependencia. Si Trump impone un arancel del 25% a las exportaciones mexicanas, responder con una medida equivalente en el maíz importado solo agravaría la crisis. La solución es clara: atender de raíz los problemas que originan estas tensiones y asumir con seriedad nuestras responsabilidades internas.
El 2025 será un año de cambios. México debe estar a la altura de los retos que enfrenta y actuar con visión estratégica para fortalecer su posición en el mundo.