“China nos vende y no nos compra. Esto no es un comercio recíproco”, dijo el secretario de Hacienda mexicano en su mensaje más crítico del país asiático hasta la fecha
Días después de que el expresidente y candidato estadounidense Donald Trump acusara a México de permitir la entrada de inversión china, el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha escalado su propia retórica comercial contra el país asiático. Este fin de semana, el secretario de Hacienda mexicano, Rogelio Ramírez de la O, ofreció el mensaje más hostil contra China hasta la fecha, sugiriendo que el gigante asiático ha tomado una parte del comercio global que le pertenece no sólo a México, sino al bloque norteamericano.
“México, al igual que Norteamérica, necesita producir más de lo que consume. Estamos dependiendo demasiado para productos básicos de nuestros hogares de China”, afirmó Ramírez de la O en un evento oficial. A partir de que China ingresó a la Organización Mundial del Comercio (OMC) hace 22 años, aseguró el funcionario, incrementó su aportación al comercio global de 3,8% a 14%. “Este aumento fue en gran medida a costa de Norteamérica (…) es lógico que tanto los estadounidenses como los mexicanos estamos reclamando nuestra parte justa de esta demanda mundial”, añadió.
Estados Unidos inició una confrontación comercial con China en 2018 cuando impuso un primer arancel a ciertos productos. Desde entonces, las tensiones han ido escalando también en el plano geopolítico, con la Casa Blanca imponiendo más barreras al comercio y ofreciendo incentivos para que empresas norteamericanas salgan de China y se relocalicen en Canadá, Estados Unidos o México. Esto ha generado un fenómeno conocido como “nearshoring”, que comenzó con el reemplazo de bienes chinos por mexicanos. El año pasado, México destronó a China y se convirtió en el principal socio comercial de Estados Unidos.
Legisladores y funcionarios estadounidenses han expresado preocupación de que China está utilizando a México para “triangular” sus bienes y tener acceso al mercado estadounidense, aprovechando el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (TMEC). La semana pasada, en entrevista con la revista BusinessWeek, Trump aseguró que China está construyendo enormes plantas de automóviles en México, calificándolo como algo “muy malo”. Trump también ha propuesto que, si gana la elección este noviembre, impondrá un arancel universal a todas las importaciones de 10%, lo que afectaría a México más que a ningún otro país.
México tiene un déficit comercial con China significativo. Según la Secretaría de Hacienda, México compra a China 119,000 millones de dólares en bienes cada año, mientras que China solo compra 11,000 millones de dólares a México. El Gobierno de López Obrador ha impuesto aranceles a bienes provenientes de China y otros países con los que no tiene un acuerdo comercial, pero esto no ha sido suficiente para el Gobierno de Estados Unidos. Este mes, la Casa Blanca impuso aranceles al acero y aluminio mexicano que no sea de origen mexicano, una política diseñada para evitar la “triangulación” de metales provenientes de China.
“China nos vende y no nos compra y eso no es un comercio recíproco. Tenemos grandes oportunidades para producir más, tener esta planta en México, crear más empleos en México y con esto vamos a mantener nuestra industria, nuestro empleo y nuestros salarios”, dijo Ramírez de la O.
“Nos estamos planteando hacer ese cambio en la política de inversiones y de atención a la inversión extranjera, con la política de producir más. Hay muchos mexicanos industriales que fueron a producir a China pensando que iban a encontrar menores salarios y al mismo tiempo mayor mercado para vender en China. Hoy esas ventajas de China ya desaparecieron”, concluyó.